Parece que unos pocos japoneses empiezan a despertarse de su letargo de contemporización con los que mandan, con las grandes empresas. Parecían culturalmente vacunados contra la contestación, pero lo de Fukushima es gordo, muy gordo, y no todos los sueños son suficientemente profundos como para que siga sin llegarles el eco del desastre.
Apenas unos cientos de personas ante la sede de TEPCO... ya aumentarán, ya serán miles, ya tumbarán empresas y gobiernos... Para recorrer un camino hace falta dar el primer paso.
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